martes, 31 de diciembre de 2013
Las mentiras del capitalismo: sobre el sufragio
Hablar sobre los engaños y mentiras que los capitalistas utilizan para seguir manteniendo en pié este sistema perverso es un tema harto extenso aunque apasionante, por cierto. No es mi intención aquí ejemplificar hasta el cansancio sore el tema, sino más bien tomar ciertas mentiras específicas y desenmascararlas, mostrando su carácter conservador y contrarevolucionario.
Muchas son concepciones que aparecen como inocentes, como si nada tuvieran que ver con el tema, pero como veremos están íntimamente relacionadas.
Nuestro primer error, antes que nada, es no tener en cuenta cuál es nuestro lugar dentro del entramado social. El sistema nos vende una imagen ficticia, en la cual pareciera que todos podemos alcanzar a adquirir cierto status social, ya sea a través del éxito, el dinero, el talento, etc. En realidad, nuestro lugar en este sistema viene dado por nuestra posición social, claramente delimitada por nuestra situación socio-económica y (esta es la parte oculta) por nuestra relación con el capital. Así, quienes poseen algún capital y pueden hacer usufructo de él tienen cierto status en cuanto al beneficio que le reporte dicho capital, de allí que sean considerados capitalistas; por otro lado, quienes no poseen capital y ofrecen su fuerza de trabajo, más o menos especializada, tienen otro status, de allí que sean considerados trabajadores asalariados, obreros o proletarios. En esta época de inflación, estas diferencias se vuelven evidentes, ya que el modelo capitalista descarga la crisis directamente sobre los trabajadores, y como éstos dependen de un salario que debe actualizarse para no sufrir una pérdida de valor adquisitivo, las distintas patronales les actualizan de forma diferida y en menor proporción que la que debiera. Por otro lado, los capitalistas pueden reacomodarse ante la situación incrementando el valor de sus productos o, en el caso del Estado, subiendo impuestos o creando nuevos.
La primer mentira que quiero destacar es aquella que nos venden los medios y que reproducimos a diario, cuando charlamos haciendo la cola para cobrar o pagar algún servicio, cuando vamos a hacer las compras, cuando nos juntamos con amigos, etc.
"Todo está mal", "todos son iguales", "todos roban", "siempre va a ser lo mismo", y un largo etcétera.
Frente a esto, que parece una reacción indignada personal, yo me pregunto: ¿realmente podemos generalizar y meter a todo el mundo en la misma bolsa? ¿quién nos da la autoridad para hacerlo? ¿conocemos realmente todas las alternativas? ¿participamos para cambiar algo o simplemente nos dedicamos a votar al que más nos guste?
Es cierto que hay razones de sobra como para tentarse con la generalización, con medios de comunicación mostrando una aberración tras otra. Pero también es cierto que esos medios no muestran miles de actividades que subyacen y que permanecen ocultas a nuestros ojos. Esta situación cada vez se ha ido agravando más, al punto tal que muchas personas ni siquiera saben lo que ocurre en su barrio. ¿Cuál es la participación social que tenemos para llegar a ese punto? Muchos trabajadores se encuentran aún hoy como aislados, inmersos en una realidad cotidiana que los supera, con problemas en el trabajo, en su hogar, con las cuentas para llegar a fin de mes, y un sinnúmero de problemas más que los absorben. Vivimos cada vez más preocupados por problemas, hasta que llegamos al punto de vernos encerrados en ellos.
¿Cómo salir de esta situación? La única salida es mediante la participación colectiva. Es decir, por más redes sociales y por más tecnología que podamos tener a disposición, no servirá de mucho si no nos integramos con otras personas que compartan nuestros problemas, porque así tenemos más chances de resolverlos.
Ahora bien ¿cómo distinguir la paja del trigo? He ahí la gran cuestión. Desde este blog propugno por un gobierno de trabajadores, no de políticos que sólo buscan su beneficio personal o para su camarilla. Cuando te acercas a una organización, si realmente dice defender los derechos de los trabajadores, no puede defender o ser parte de las burocracias sindicales entreguistas, por más bello discurso que tengan sabrás que será una mascarada para seguir con la entrega. Ahí puedes hacer un buen uso de contactos personales, bibliografía o incluso en las redes sociales para conocer más sobre la organización. En general, podemos afirmar que los partidos tradicionales como el PJ y todos sus derivados peronistas (o que dicen serlo) UCR y todas sus derivaciones, el PRO, el kirchnerismo e inclusive partidos que tradicionalmente se consideran de izquierda como el Partido Socialista o el Partido Comunista (sólo por mencionar dos ejemplos) son representantes si no de la burocracia sindical, directamente de la patronal e incluso de interes multinacionales que vienen a hacer negocio a costa de la destrucción de nuestros recursos.
Por otro lado, por mi propia experiencia creo que la participación sindical sin una organización expresada en un partido, está condenada a caer, tarde o temprano. Es un tema que retomaré posteriormente, pero un excelente ejemplo son las asambleas barriales, las cuales una vez resuelto (aunque sea en parte) el problema se disuelven, teniendo que comenzar otra vez al surgir nuevamente un problema.
Además, en estos comentarios se nota una característica todavía presente relacionada con la falta de participación: el no te metas, que lo haga otro, que lo hagan los que saben. ¡La verdad es que nadie tiene la varita mágica, nadie tiene la solución a nuestros problemas! Nadie puede conocernos mejor que nosotros mismos. Pero en un acto de total cobardía y conformismo, preferimos dejar que otro decida por nosotros qué comer, qué vestir, a dónde ir, a quién votar, etc. Nótese cuánta gente está sumida en este problema. Que es cierto que los políticos de turno harán lo suyo sin importarles qué pensemos, es cierto. Pero también es cierto que si nos manifestamos y les damos pelea más de una vez le conseguimos torcer el brazo. Ahora bien, a esos políticos los ponemos nosotros ahí mediante el voto y eso sí que es nuestra responsabilidad. En vez de quejarnos tanto de lo que DESPUÉS hacen, ¿POR QUÉ NO NOS TOMAMOS LA MOLESTIA DE VER QUIÉNES SON LOS CANDIDATOS REALMENTE Y CUÁL ES SU PROGRAMA?
"Voto al que vaya a ganar o al menos tenga chances de pelear por ello", "A mí me gusta tal o cual candidato...", "Voto al partido tal", "Las propuestas de este candidato son mejores", "Mira lo que dice tal candidato", "¡Si me siguen explotando igual, esté quién esté!"
Acá me voy a detener en una cuestión que, una vez entendida es muy simple, pero que es increíble cómo gran cantidad de trabajadores caen en estas trampas. Cuando llegan las épocas de elecciones, muchos trabajadores, al igual que muchos ciudadanos, se encuentran con el problema de ir a votar. En las frases anteriores hay diferentes visiones, desde quienes no tienen mayor idea y se fijan en el candidato, pasando por quienes se fijan en lo que propone cada uno e incluso quien directamente manifiesta todo su odio y pretende descargarlo no yendo a votar.
Primero tomo este último ejemplo: si no vas a votar, al igual que si anulas el voto o votas en blanco, vas a favorecer al que gane, a menos que realmente muchísimas personas hagan lo mismo. La realidad nos muestra que en los últimos diez años el porcentaje de voto nulo es bajísimo, e incluso el porcentaje de personas que no votan disminuyó (no me crean, averígüenlo) además que el hecho por sí sólo de no votar no genera nada beneficioso para los trabajadores, a quienes quizás una movilización o una huelga con consignas claras les sería mucho más provechoso. Sin embargo, vamos a ver que los demás casos son, incluso, mucho peores.
Hay muchos que históricamente han votado al peronismo y hoy pretenden buscar un candidato que se asemeje a esa propuesta. Lo mismo sucedía antes con el radicalismo. Con el derrumbe del kirchnerismo a partir de su entrega a los grandes capitales, queda develada la gran mentira de toda ese espectro que se autoproclama "peronista". Al igual que el radicalismo (que de radical sólo tiene el nombre) y demás expresiones "moderadas" o de "centro" como suelen presentarse en los medios, no son más que otro partido abocado a sostener este sistema capitalista. ¿Cuál es la salida? La de los propios trabajadores, los cuales hoy se despegan de los burócratas sindicales que lo único que han hecho es llenarse los bolsillos frenando cualquier protesta, cualquier avance para los trabajadores. La de la izquierda, la cual ha manifestado un fenomenal crecimiento producto justamente de ese acercamiento, de esa fusión con los trabajadores. Más allá de las discusiones y grandes diferencias, hoy nos encontramos con una izquierda fortalecida no sólo en cuanto al FIT (Frente de Izquierda y de los Trabajadores) sino en todas las demás expresiones no parlamentarias, incluida la sindical a partir de la recuperación de numerosos sindicatos, así como también las distintas expresiones frente a los atropellos del capital contra el medio ambiente y las tribus originarias. Esto es lo que no nos muestran los grandes medios, lo que silencian ya que de hacerlo, perjudicarían a sus propios dueños capitalistas.
Al que plantea que vota a un candidato por lo que dice o por sus propuestas, les doy un aviso: ¿En qué contexto y en qué marco ocurren esas propuestas? ¿Hay un programa que explicite realmente estas cuestiones? Para ejemplificar, basta ver lo que pasa con la ley de medios, la cual en la práctica solicita la entrega de $100.000 para poder pedir una licencia. ¿Dónde está garantizada la libertad de expresión con esa reglamentación? Entonces, así aplicada es letra muerta, ya que los únicos beneficiados van a ser aquellos designados por el gobierno, afines a sus intereses. Lamentable, ¿no?
Aún más lamentable es la actitud de quienes "les gusta tal candidato". Les cuento un caso increíble: una compañera docente, hija de trabajadores (típico peronistas, incluso) que me hablaba de la necesidad de "gente con más clase, otro nivel de gente" y que por eso lo votaba a Macri. Todos sabemos que este personaje es un burgués fiel representante de su clase al que jamás le va a interesar defender los intereses de los trabajadores, ya que él mismo es un patrón y no tiene idea de lo que es ser un trabajador, ¿Cómo puede ser que alguien de la clase trabajadora tenga esa perspectiva tan sumisa?
Lo peor de todo es cuando te plantean que "votan al que tiene chances". Antes que nada, quiero manifestar el absurdo de quienes actúan de esta manera. Creen que el hecho de haberlos votado les da derecho después de reclamarles cuando se manden las suyas. ¡Nada más ingenuo! Imagínense que un grupo de gente arma un partido y trata de convencer a todos que va a ganar. ¿Quién puede asegurarte eso? Ya ha pasado antes, en el '99 las encuestas la daban ganadora a Fernández Meijide y después resultó derrotada en la provincia de Buenos Aires. Pero voy más allá de eso. ¿Acaso las votaciones son una competencia para ver quién gana? Esa es la visión que nos metió el sistema capitalista, competitivo, individualista, conservador. Así se asegura que ganen mas o menos siempre los mismos sin que nada cambie de fondo. En mi caso, esto siempre lo tuve claro, aún cuando me equivoqué largamente votando a un partido del sistema, pero es sorprendente quienes aún actúan bajo una lógica tan ingenua.
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