domingo, 28 de junio de 2015

Cambiar el rol del Estado más que cambiar la Educación

Viendo varios videos didácticos sobre aritmética básica llegué hasta este sobre el método de enseñanza. Esto me recordó lo afortunado que fuí en la escuela primaria al recibir la antigua metodología mediante la cual nos comenzaban enseñando mecánicamente lo más elemental para que pudiéramos desenvolvernos cotidianamente y luego a medida que nos desarrollábamos íbamos revisando esos aprendizajes y aprendiendo a razonar.
En ese sentido, la educación debió recibir una revisión más profunda y seria, abordada desde la ciencia con mayor rigurosidad en vez de simplemente copiar paradigmas extranjeros o de tomar generaciones enteras como conejillos de Indias. Como sucede a menudo, muchas prácticas pedagógicas eran acertadas y debieron continuarse, en todo caso como vemos en el ejemplo adaptarse a las nuevas realidades.
No sé si es un mal de los argentinos o esté más extendido, pero padecemos de una especie de fiebre destructiva cuando queremos cambiar algo y directamente rechazamos todo lo que está, como si nada sirviera, como si eso fuera necesario para arrancar de cero. Es como derrumbar la casa porque nos parece que ya no nos sirve, porque se rompió algo, se agrandó la familia. No hay tiempo que perder, así que arrasamos con todo y listo, a empezar de cero. Como si nos sobraran recursos, actuamos como lo peor de la oligarquía mundial, generando enormes desechos continuamente para satisfacer sus caprichos. Algo muy parecido a lo que hace un niño con su castillo de arena o su tortita de tierra.
¿Podemos de una vez actuar como los adultos que somos?
Al menos en temas tan importantes como la educación de nuestros niños y jóvenes, si en verdad lo consideramos prioritario deberíamos actuar con la mayor seriedad y depositar todos los recursos necesarios, especialmente el tiempo.
Los cambios educativos de la Ley Federal de Educación fueron un enorme fracaso de entrada pues se introdujeron de un año para el otro en todos los niveles, un verdadero papelón.
Nunca me voy a olvidar de la impresentable de la inspectora que se llegó al Instituto Adelia María, donde cursaba el sexto año, y al recibir las críticas por los cambios impulsivos, críticas constructivas pues le planteamos que debían comenzar los cambios por los primeros años (preescolar) me contestó: "es que si no lo hacemos así no se hace nunca". Había pasado solamente un año de la implementación de la Ley y ya sabíamos que iba a ser un rotundo fracaso.
En los últimos años hubo un intento de parte del Estado Nacional de tomarse en serio a la Educación, sin embargo sigue siendo esclavizada a los vaivenes de las políticas públicas, especialmente de las disputas de poder político, y por ende no salen de la proclamación. Como cambio importante reconozco la mayor inversión financiera en educación por parte del Estado Nacional (claro que comparado a las políticas de destrucción como las de la citada Ley nos aparecen sobredimensionadas) y otro cambio de Ley consultando a los docentes, pero está claro que esto no se resuelve con leyes sino con políticas orientadas a mejorar TODOS los ámbitos relacionados y esto incluye cambiar un modelo clientelista que utilizan todos, sin excepción, a la hora de llevar adelante políticas públicas. Sobran ejemplos actuales de innumerables programas que (Oh casualidad) se implementan justamente en esta época de elecciones.
En Córdoba, las políticas educativas y las decisiones sobre qué hacer con la educación están en manos de un puñado de políticos asesorados por "notables" a los cuales no me voy a cansar de invitar a dar clases en las mismas escuelas a las que pretenden cambiar. Es decir, se propone el cambio DESDE ARRIBA, y ya la historia nos muestra que esto está condenado al fracaso.
¿Para cuándo la apertura a la participación genuina de los docentes, más allá de instituciones intermedias cada vez menos representativas, como es el caso de los gremios? ¿Para cuándo se va a involucrar a cada familia para que se exprese, más allá de la escuela a la que envíe a sus hijos? ¿Para cuándo el Estado estudiará seriamente la realidad de las escuelas y de lo que nos pasa más allá de la escuela, a través de científicos y de los propios actores involucrados? ¿Para cuándo se centrarán los recursos en la educación pública y se dejará de favorecer la privatización de la educación? Más importante aún ¿hasta cuándo van a seguir con el verso que, como la educación es la esperanza de transformar la sociedad, debemos depositar en la institución educativa tamaña resposabilidad, tamaña tarea?
Hace rato que me dí cuenta que este sistema perverso utiliza a la escuela como punta de lanza de acumulación de poder político del gobierno de turno, sea nacional o provincial. Y que encima le encaja, desde hace décadas, tareas que le son completamente ajenas propias de la ASISTENCIA SOCIAL. Claro, en la Argentina la asistencia social por parte del Estado está reducida a su mínima expresión (es una característica del neoliberalismo que aún hoy se mantiene) ya que en su lugar opera el ASISTENCIALISMO. El asistencialismo es negocio para los políticos de turno, pues les asegura contar con una masa cautiva de familias enteras que DEPENDEN de ellos. Por eso me indigno cuando escucho repetir una y otra vez el verso sobre la educación y de paso le respondo a TEDESCO sobre su propuesta de romper con el círculo de la pobreza: más que cambiar la escuela, hay que empezar cambiando la relación de los pobres con cada Estado, nacional, provincial y municipal. Simplemente repito un concepto de sentido común que cualquier vecino sabe: terminar de darles pescado podrido y enseñarles de una buena vez a pescar.
Entonces, la educación está íntimamente ligada a la sociedad y la educación pública a TODAS las políticas del Estado que, directa o indirectamente, la afectan, como por ejemplo las políticas sociales.
Pasamos de una total desatención en pleno neoliberalismo a la vuelta del clientelismo político y el asistencialismo.
¿Para cuándo el Estado va a DAR EL EJEMPLO para generar la CULTURA DEL TRABAJO? Necesitamos políticas sociales orientadas a esto, salir paulatinamente de los planes sociales para ingresar al mundo del trabajo.
¿Cómo voy a pretender que un alumno haga el esfuerzo de estudiar si lo que vive en su casa es la ley del mínimo esfuerzo?
¿Cómo voy a pretender que un alumno valore el estudio, la capacitación y preparación para desempeñarse en un trabajo si lleva dos generaciones sin conocerlo?
A quienes los mandan a laburar les digo que tomen conciencia que no van a trabajar en Marte o en otro país sino aquí mismo, por lo cual TODA LA SOCIEDAD necesita un cambio. ¿Dónde trabajar si no se encuentra trabajo?
Que el Estado promueva la generación de empleos es necesario, pero que deba mantenerlo lo conduce a la bancarrota. En el fondo, está ocultando una profunda DIVISIÓN SOCIAL entre quienes poseen los recursos y son potenciales generadores de fuentes de trabajo y quienes disponen de su fuerza de trabajo. Volvemos a otro problema conocido, el del favoritismo comprado por los capitalistas amigos o los grupos capitalistas más poderosos, quienes disponen de innumerables recursos para evitar las cargas impositivas del Estado y hasta se benefician con sus concesiones y el resto de empresas o emprendimientos. Es decir, quien posee no quiere ceder un centavo y trata siempre de salir con ventaja. Ese pensamiento, típico del neoliberalismo, que tiene que ver con el exitismo que nos venden los medios y el consumismo que promueve incluso el propio Estado, en el fondo amenaza con acabar con lo que queda de clase media. Por eso el Estado debe favorecer la concientización sobre la importancia de la autonomía, de desarrollar el autoconsumo y de otras formas de relación con el medio. En este sentido, el impulso del Estado Nacional y del Estado Provincial al agronegocio no sólo es destructivo a nivel ambiental o de salud sino económico y social. El modelo actual emplea poquísimos trabajadores haciendo uso de tecnologías de avanzada y beneficia a un puñado cada vez menor de personas. No se trata de un retroceso, al contrario es un avance necesario en cuanto a nuestra vinculación con el medio. Hay una toma de conciencia por parte de cada vez más personas sobre la necesidad de mejorar esa relación desde acciones concretas, y en esto otra vez aparece la educación. Tal como podemos experimentarlos en nosotros mismos, somos seres que estamos en un proceso continuo de educación, de re-educación si nos damos la oportunidad.
Hoy en día nuestro sistema de vida entero aparece cuestionado, incluso en la forma que concebimos cuestiones elementales como la salud o la alimentación y que tienen que ver con una comprensión mayor sobre quiénes somos. Estamos ante una oportunidad inmejorable de cambiar, de volver a amigarnos con nuestro medio ambiente; más aún, de volver a ser parte de él, de su equilibrio, salir del rol destructivo que asumimos como civilización en el pasado siglo. E incluso ir más allá, superando épocas que creíamos doradas pero en las que se empiezan a evidenciar el germen de los males actuales.
Por todo esto y ante el poder que aún hoy concentra el Estado es que se hace necesario un cambio en su rol, meramente conservador del statu quo que hoy nos conduce al abismo, y asumir su verdadero rol de agente vehiculizador de las transformaciones sociales. Dió muestras de su capacidad en cuestiones elementales como en el reconocimiento de derechos a sectores marginados, pero si realmente se propone llevar adelante un cambio esto no alcanza. debe transformarse él mismo en el agente de cambio. Mientras continuen los mismos tipos de políticos, ávidos de poder propio, agentes de intereses particulares de los grandes capitales (sean nacionales o extranjeros) es evidente que no habrá intención real alguna de virar un centímetro el rumbo, más allá del arrastre que las propias necesidades que irán surgiendo demanden, en esta eterna agonía en que nos sume este estado de emergencia, este emparchado continuo para que todo siga en escencia como está. En este sentido, las redes sociales han contribuido de diferentes maneras como agentes difusores, aún en medio de la caótica circulación de información que nos brindan. Internet misma, insisto, es un excelente fuente de inspiración para los cambios más impensados, sólo requiere saber utilizarla adecuadamente. Y por supuesto, requiere de nuestra propia voluntad individual para abrirnos frente a la posibilidad de mejorar y en ese sentido es también una decisión personal.